NEWTON FRENTE A HUYGENS


 
     
  En el siglo XVII, coincidiendo con el periodo de establecimiento de la mecánica newtoniana, podemos decir que se inició de forma expresa el debate sobre la naturaleza de la luz.  
     
 

Por una parte, el propio Newton (1643-1727) escribió un tratado completo de Óptica (Título en español: Óptica o tratado de las reflexiones, refracciones, inflexiones y colores de la luz) en el que planteaba que la luz estaría compuesta por una granizada de corpúsculos luminosos, que se propagan en línea recta y atraviesan medios transparentes. Con este modelo corpuscular Newton pudo explicar bastantes comportamientos de la luz, prestando una especial atención al estudio del color.

A la derecha, una imagen de la portada del libro de Newton, titulado Opticks. Está disponible aquí, en Dover Publications Inc. 1952, donde se puede leer en línea o descargar en formato Pdf.

 

 
 
 

 

Hasta que Newton investigó este tema, se había considerado que los colores eran el resultado de modificar la luz blanca (más precisamente, del hecho de mezclar lo oscuro con la luz blanca en mayor o menor medida), pero Newton comprobó que el fenómeno era exactamente al revés. En 1666 realizó el experimento de descomposición de la luz en colores al atravesar un prisma y concluyó que la luz blanca está compuesta por todos los colores del arco iris, lo que significaba en su modelo que los corpúsculos de la luz deberían ser de distinto tipo según el color de cada uno. Comprobó también que si, una vez separados los colores, se les hace pasar por un segundo prisma, no se vuelven a descomponer, sino que son homogéneos. Con este modelo corpuscular también explicó el fenómeno de los anillos de colores engendrados por láminas delgadas.

 
     
 

Newton también usó su modelo corpuscular para  explicar otros fenómenos propios del comportamiento de la luz, como la reflexión (que interpretó como un rebote de las partículas luminosas) y la refracción.

 
     
 

 

En la refracción aire-vidrio y aire-agua, la luz se desvía acercándose a la dirección normal, por lo que, para explicarla, Newton se vio forzado a proponer que las partículas luminosas aumentan su velocidad cuando pasan de un ambiente poco denso (como el aire) a otro más denso (como el vidrio o el agua). Lo justificó planteando una atracción más fuerte de las partículas luminosas por el medio denso. Se ha de tener en cuenta que en el instante en que una partícula procedente del aire incide en sobre agua o vidrio, se debería ejercer sobre ella una fuerza opuesta a la componente de su velocidad perpendicular a la superficie y esto debería producir una desviación de la luz contraria a la observada en la luz.

 
     
 

En la misma época en la que Newton hizo estas propuestas, Huygens (1629-1695) formuló una teoría ondulatoria de la luz en la que la consideró una onda mecánica semejante al sonido y, por ello, longitudinal. Para Huygens, la luz (como el sonido) necesitaba un medio para propagarse. Teniendo en cuenta que se propaga por todo el espacio, tuvo que acudir al éter, entendido como un medio que inunda dicho espacio y se deforma al paso de la onda luminosa.

A la derecha, una imagen de la contraportada del libro de Huygens, titulado Tratado de la luz. Huygens lo presentó en la Academia Real de Ciencias de Francia en 1678. Fue publicado en 1690.

 

 
 
 
 

 

Una de las aportaciones más importantes de Huygens fue la elaboración de un método geométrico para explicar la propagación de las ondas (principio de Huygens). Se basa en considerar cada punto del medio alcanzado por la onda como un foco emisor de nuevas vibraciones o foco secundario. Cuando la energía del movimiento ondulatorio alcanza un frente de ondas, cada uno de sus puntos se pone a vibrar generando las ondas secundarias. La infinidad de estas ondas secundarias no se percibe y sí se observa su envolvente. Transcurrido un tiempo igual al periodo (tiempo que tarda cada punto vibrante en hacer una oscilación), las vibraciones generadas en los focos secundarios se han transmitido en el sentido de propagación de la onda hasta una distancia igual a una longitud de onda (separación entre dos puntos que vibran en concordancia de fase). En ese instante, la línea tangente a los frentes de onda secundarios representa al siguiente frente de ondas y así sucesivamente.

 
     
 

 

 

El principio de Huygens prevé comportamientos de la luz que la teoría corpuscular de Newton no podía explicar. Uno de ellos era la doble refracción aire-vidrio-aire, en la que la luz se desvía acercándose a la dirección normal al pasar del aire al vidrio y recupera la dirección inicial al volver al aire, tal como se observa en la fotografía adjunta, que tomaron alumnos de Bachillerato en el laboratorio del IES "Leonardo da Vinci" de Alicante al realizar diversos experimentos sobre la refracción de la luz. Este proceso de la doble refracción de la luz por la lámina de vidrio se puede explicar de manera satisfactoria, por ejemplo, mediante el diagrama gráfico adjunto, el cual, como puede verse, aplica de manera cualitativa el principio de Huygens, a esta doble refracción.

 
     
 

Y, dando un paso más, también se pueden construir diagramas cuantitativos, basados en el mismo principio de Huygens, y derivar de ellos tanto la ley operativa de la reflexión, como la de la refracción o ley de Snell (deducción de la ley de Snell en este documento).

 
     
 

Terminamos este apartado señalando que el principio de Huygens es también adecuado para interpretar de forma satisfactoria otros comportamientos fundamentales de la luz usando, concretamente la difracción y las interferencias luminosas. Sin embargo, en aquella época, esos comportamientos de la luz no se conocían, ni tampoco se podían obtener mediciones precisas de su velocidad en diversos medios. Todo ello, unido al éxito rotundo que alcanzó la mecánica de Newton, contribuyó a dejar durante bastante tiempo en un segundo término el modelo ondulatorio de Huygens sobre la luz.

 
 
 
 
 

Índice