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La luz penetra
en el ojo a través de la córnea, atraviesa la pupila y después
el cristalino. Éste está constituido por una materia gelatinosa
(de índice de refracción 1’4) y se puede considerar una lente
biconvexa, que provoca una segunda convergencia. Esta segunda
convergencia realiza una especie de “ajuste fino” del haz, de
tal forma que, mediante un proceso instintivo, se modifica la
curvatura del cristalino propiciando que la imagen se produzca
en la retina (acomodación).
En la
acomodación se contrae un
músculo, llamado ciliar, haciendo que disminuya la tensión sobre los
unos ligamentos suspensores que sostienen el cristalino. A
medida que disminuye esta tensión, el cristalino se hace más
esférico y así aumenta su poder de refracción. La
capacidad de acomodación del ojo humano está limitada por las
características físicas del cristalino y la capacidad de
contracción del músculo ciliar. Un ojo medio (también llamado
ojo emétrope) puede acomodar objetos
situados entre "el infinito" (el músculo ciliar está
relajado y el ojo presenta la mínima convergencia) y a 25cm
del ojo (el músculo ciliar produce la máxima convergencia).
Dichos puntos reciben el nombre de punto remoto y
punto próximo respectivamente. |
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Para la
recepción de la imagen hay en la retina unas células
especializadas, llamadas conos y bastones, que son sensibles a
los rayos luminosos. Los conos, en un número del orden de siete
millones, son sensibles a detalles finos de contraste, color y
forma. Se activan en buenas condiciones de iluminación o luz
"diurna". La mayor parte de los conos se encuentran en una
depresión cerca del polo posterior del globo ocular, conocida
como fóvea. Por su parte, los bastones, en número del orden de
100 millones, se localizan en las partes más periféricas de la
retina y se activan cuando reciben luz tenue o "nocturna". Los
bastones no son capaces de distinguir el detalle fino o el
color. Por eso, con baja iluminación es difícil distinguir los colores o ver límites
precisos.
Los conos y los
bastones generan impulsos eléctricos al recibir la luz,
existiendo en la retina
otros dos grupos de células que se encargan de transmitir esos
impulsos nerviosos originados por los conos y bastones al
cerebro. Los axones de uno de estos grupos forman las fibras del
nervio óptico, que abandona la región posterior del globo ocular
un poco hacia el lado nasal del centro del mismo. Así pues, los
impulsos se propagan al cerebro a través del nervio óptico y es
ahí, en el cerebro, donde se realiza la construcción de la imagen y
se interpreta lo que vemos mediante un proceso bastante complejo. Como
veremos más adelante, nada tiene que ver este proceso con la simple
recepción de una supuesta imagen acabada. |
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