MODELO DE VISIÓN DE ALHACEN


 
     
 

En el siglo XI Ibn al-Haytam, conocido en occidente como Alhazen (965-1039) propuso un modelo de luz y de visión que superó bastantes de las dificultades que habían planteado los modelos de la antigüedad. Basándose en el hecho de que el color con que se ven los objetos está en consonancia con la luz que los ilumina, pensó que la luz debía intervenir en la visión, más precisamente que debía ser considerada como una entidad independiente del objeto y del ojo que hace de intermediario en la visión.

 
     
 

Alhazen realizó numerosas e importantes contribuciones en matemáticas, anatomía, medicina, astronomía y física. Escribió un "Libro de óptica" (1021) considerado uno de los libros más influyentes en la historia de la física. Por primera vez utilizó procedimientos del método científico para demostrar la propagación rectilínea de la luz. Estudió la reflexión, la refracción y la dispersión en colores, y realizó varios experimentos con dioptrios y espejos.

 
     
 
 

Fue el primero en dar una interpretación clara del funcionamiento de la cámara oscura y planteó un modelo de visión según el cual ésta consistía en la formación de una imagen óptica en el interior del ojo que funcionaba de forma semejante a su modelo de cámara oscura. Supuso que uno de los rayos de luz emitidos por cada punto del objeto iluminado atravesaba el pequeño agujero de la pupila y formaba el punto correspondiente de la imagen en una pantalla interior de esa "cámara".

 
     
 

Con esta propuesta Alhacen había modelizado al ojo humano como un instrumento óptico, ayudando a que la ciencia de la visión empezara a ser una ciencia de la luz. La luz pasó a ser considerada como una entidad física en el espacio independiente del ojo del observador y de la fuente luminosa y que, por tanto, podía ser objeto de estudio en sí misma independientemente de la visión.

 
     
 

 

Esta concepción de la visión y de la imagen óptica de Alhazen se sustentó en varios conceptos novedosos. Uno de los más importantes fue considerar expresamente a los objetos que vemos como fuentes secundarias de luz e idealizar las fuentes luminosas extensas como conjuntos de fuentes puntuales que emiten rayos en todas las direcciones. Las fuentes de luz propia, como una estrella o una bombilla, emiten luz en todas las direcciones y son vistas cuando algunos de los rayos emitidos llegan al ojo. Puesto que podemos ver objetos (como, por ejemplo, una mesa o un lápiz) que no emiten luz propia, se han de considerar estos objetos como fuentes secundarias de luz.

 
     
 
 

En sus estudios, Alhacen consideró los rayos de luz como trazos rectos de cuyo comportamiento geométrico se pueden derivar consecuencias ópticas. Al estudiar la reflexión y la refracción fue el primero en descomponer los rayos en componentes horizontal y vertical e incluso encontró un resultado similar a la ley de Snell de la refracción, aunque no lo expresó matemáticamente. Estos avances le permitieron explicar varios fenómenos de visión indirecta como cuando vemos un objeto al mirar a un espejo plano o cuando se encuentra sumergido en el agua.

 
     
 

El modelo de visión de Alhazen superó muchas carencias anteriores, pero erró al considerar que la formación de cada punto de la imagen óptica se realizaba con un único rayo procedente de cada punto del objeto. En realidad, esta suposición es incompatible con las observaciones de la cámara oscura (resulta curioso que, pese a su éxito inicial, la teoría de Alhazen no pudiera explicar precisamente algunas observaciones con la cámara oscura, cada vez más utilizada en la Edad Media) y con el comportamiento de las lentes (desconocidas en su época)

 
 
 
 

 

La revolución de Alhacén: de las tinieblas a la luz. Artículo del Dr. D. Rafael Bachiller (Director del Observatorio astronómico Nacional), publicado en elmundo.es el 08 de septiembre de 2015