MOVIMIENTOS VERTICALES II. CAÍDA Y ESTUDIO DE METEORITOS


 

Se llaman meteoroides las partículas de polvo y hielo o rocas de hasta decenas de metros que se encuentran en el espacio como residuo del paso de algún cometa o de restos de la formación del Sistema Solar. Cuando un meteoroide atraviesa la atmósfera de la Tierra produce un fenómeno luminoso que, dependiendo de su brillo, puede ser llamado meteoro, bólido o bola de fuego. Finalmente, se usa la palabra meteorito para nombrar a los meteoroides que alcanzan la superficie de la Tierra (cuando no se desintegran por completo en la atmósfera) y, por extensión a los que caen sobre otros cuerpos celestes, como, por ejemplo, la Luna.

 
 

El estudio científico de los meteoritos es de gran utilidad y contribuye, entre otros temas, a conocer aspectos de la evolución del Sistema Solar.

 

 

Así por ejemplo, el análisis de un meteorito que cayó en California en abril de 2012 reveló la presencia de moléculas orgánicas que no habían sido halladas antes en ningún otro meteorito. La riqueza de estos compuestos indica que el material orgánico extraterrestre pudo haber sido de gran importancia para la evolución de la complejidad molecular en la Tierra primitiva y la emergencia de la vida.

Un tesoro científico caído del cielo. Artículo del Dr. D. Rafael Bachiller  (25/09/2013)

 

Otro estudio, aún más reciente (2014), sobre restos de meteoritos procedentes del Marte (se atesoran unas 150 rocas individuales procedentes del "planeta rojo" en unos 69 eventos de caída de meteoritos) ha lanzado la hipótesis de que casi todos los meteoritos marcianos encontrados en la Tierra proceden del gran impacto que creó el cráter "Mojave" en la superficie de Marte hace unos 3 millones de años. Esta idea ha abierto un gran debate en la comunidad científica pues, si se confirmase, tendría serias implicaciones en las ideas actuales sobre la formación y evolución de la corteza de Marte.

 

Al impactar un gran meteorito o asteroide sobre la superficie del "planeta rojo" no sólo se crea un gran cráter sino que, además, numerosas rocas del suelo marciano pueden ser arrojadas al espacio. Algunas de ellas son atrapadas por el campo gravitatorio terrestre y acaban aterrizando sobre la superficie de nuestro planeta. Más de las tres cuartas partes de dichas rocas marcianas recogidas en la Tierra son pequeños fragmentos de la corteza de lava solidificada denominadas 'shergottitas'.

¿Vienen todos los meteoritos marcianos del mismo cráter? Artículo del Dr. D. Rafael Bachiller  (19/04/2014)

 

Shergottita hallada en Marruecos en 2011

 

 

La animación Modellus adjunta resuelve el problema del estudio de la caída de un meteorito en la Luna (solución escrita en este documento, y obtención, como investigación, de la velocidad con la que impacta el meteorito sobre la superficie de la Luna en este otro documento) suponiendo que el cuerpo inicia su movimiento desde una determinada altura.

Constata que, desde ese punto, su aceleración de caída aumenta paulatinamente hasta alcanzar un valor máximo de 1.62m/s2, justo antes de impactar en el suelo.

El modelo supone que sobre el meteorito sólo se ejerce la fuerza de atracción gravitatoria de la Luna, lo que resulta una muy buena aproximación, puesto que nuestro satélite no tiene atmósfera.

Clic  aquí para descargar esta animación [Si no lo tienes instala Modellus 2.5 (32 bits) o Modellus 3 (64 bits)]

 

Por este motivo, los cuerpos no encuentran obstáculo a su caída hacia la superficie lunar y a lo largo del tiempo la han hollado produciendo una gran cantidad de cráteres (imagen de la derecha). En la Tierra, en cambio, los cuerpos procedentes del Cosmos tienen que atravesar la atmósfera en su camino hacia el suelo. Lo hacen a una velocidad muy elevada, de tal forma que la fuerza de rozamiento a la penetración en la atmósfera es considerable, haciendo que se quemen rápidamente (generalmente tienen el tamaño de granos de arena y se consumen a una altura entre 60 y 120 km). En el proceso dejan en el cielo una estela o trazo luminoso, llamada meteoro o, vulgarmente, "estrella fugaz".

 

 

En una noche normal lo habitual es ver unas pocas y esporádicas "estrellas fugaces" por hora. Sin embargo, en algunas fechas la cantidad aumenta de forma espectacular observándose lo que se denomina una "lluvia de estrellas".

 

 

Las lluvias de meteoros se denominan con el nombre de la constelación donde, según la perspectiva del observador, se encuentra el punto radiante (Leónidas, Perseidas,..) y se producen cuando la órbita terrestre cruza un "enjambre de meteoros". Dicho "enjambre" se genera cuando un cometa pasa por el exterior del Sistema Solar. La interacción con el viento solar expulsa de su superficie gases y materiales, que pasan a orbitar al Sol en órbitas muy similares a las de su cometa de origen y los cuerpos forman una corriente o anillo de partículas.

 
Prometedora lluvia de Perseidas. Artículo del Dr. D. Rafael Bachiller (12/08/2010)
La Luna llena camuflará a las Perseidas. Otro artículo del Dr. D. Rafael Bachiller (11/08/2011)
 

Finalmente conviene saber que, aunque, como se ha dicho, la inmensa mayoría de los meteoroides que se aproximan a nuestro planeta tienen un tamaño muy pequeño y quedan totalmente calcinados al atravesar la atmósfera, aún queda un número importante de cuerpos rocosos de mayor tamaño que sí caen sobre la Tierra.

 

El mapa adjunto ha sido publicado recientemente por la NASA y enseña que entre los años 1994 y 2013 han caído en la superficie nuestro planeta al menos 556 cuerpos rocosos, que han creado meteoros brillantes de los denominados bólidos o bolas de fuego. Los 255 puntos anaranjados representan los bólidos observados durante el día mientras que los 301 puntos azules señalan los observados durante la noche. El tamaño de cada punto es proporcional a la energía óptica radiada durante el estallido, que a su vez es una función del tamaño del meteoroide al penetrar en la atmósfera. El recuento de estos datos informa de la caída por término medio de unos dos bólidos al mes, con un tamaño que oscila entre 1 y 20 metros aproximadamente.

 
 

Son datos a tener muy en cuenta, porque los asteroides empiezan a ser peligrosos cuando superan un tamaño de unos 10 o 20 metros. Así se estima que un asteroide mayor de 35 metros podría ser capaz de destruir una ciudad, uno mayor de 140 metros podría causar la devastación de toda una región, o un gran tsunami en caso de caer sobre un océano, y uno mayor de un kilómetro podría causar una catástrofe planetaria.

 

El mayor de los 556 puntos luminosos representados en el mapa anterior, corresponde a un bólido que explotó sobre Cheliábinsk (Rusia) el 15 de febrero de 2013. Este fenómeno equivalió a la explosión de 500.000 toneladas de TNT (500 kilotones de energía) y causó más de 900 heridos y daños en numerosos edificios de al menos 6 ciudades. Tras la explosión sucedida en el aire, los restos del meteoro cayeron sobre la superficie de la Tierra en la forma de numerosos meteoritos, el mayor de los cuales, con una masa de unos 650 kilogramos, fue recuperado en el lago Chebarkul. Se piensa que el de Cheliábinsk ha sido el bólido más violento de los caídos en la Tierra desde 1908, fecha en que tuvo lugar el que se llamó bólido de Tunguska en Siberia. Este bólido tenía un tamaño entre 60 y 190 metros, causó una explosión 1.000 veces más energética que la bomba de Hiroshima y destruyó unos 80 millones de árboles en un área de unos 2.000 kilómetros cuadrados. De haber tenido lugar la explosión sobre una zona habitada, habría causado una enorme tragedia

 

556 bolas de fuego en 20 años. Artículo del Dr. D. Rafael Bachiller (12/08/2010)