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GRAVEDAD ARTIFICIAL |
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Una aplicación
inmediata
del principio de
equivalencia es la posibilidad de
generar gravedad artificial en lugares donde ésta es muy
pequeña o prácticamente nula, como,
por ejemplo, dentro de una nave que esté viajando en el
espacio alejada de otros cuerpos celestes. En su libro
2001, una odisea del espacio,
Arthur C. Clarke (1917-2006)
mostró una estación espacial con un diseño adecuado para
conseguir este propósito. |
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Quienes hayan
visto la película de Kubrick (se basó en el
libro de Clarke, quien también participó en la
película como guionista) recordarán que la nave
rotaba uniformemente sobre su eje, lo
que le dota, en cada punto, de una aceleración
centrípeta o normal, an, dirigida
hacia el centro.
Para aplicar
el principio de equivalencia en estas
condiciones hay que
adoptar a lo largo de la nave unos
mini-laboratorios (estrictamente tendrían que
ser infinitesimales para que en su interior se pueda considerar uniforme
la
aceleración normal), que roten con ella. |
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Entonces, cada uno de estos
mini-laboratorios acelerados es equivalente a un
sistema de referencia no sometido a
aceleración alguna y en cuyo interior se ejerce un campo gravitatorio
de la misma intensidad y de sentido opuesto.
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Es decir, dicho campo gravitatorio se dirige hacia fuera
y su intensidad es mayor cuanto más lejos esté
del centro de la nave el punto donde se adopta
[recuérdese que la aceleración normal es: an
= w2·R, siendo w la velocidad
angular, igual en todos los puntos de la nave, y R el
radio]. Tal como indica el dibujo adjunto,
globalmente el conjunto de estos sistemas de
referencia equivale a un campo gravitatorio, cuyas líneas
de fuerza se dirigen radialmente hacia fuera a
partir del eje y cuya intensidad aumenta con la
distancia a dicho eje. |
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Este campo gravitatorio ha de producir
los mismos efectos que provocaba en la película
la estación espacial. Quienes la vieron
recordarán esta mítica escena en la que un
astronauta, mientras corre y hace ejercicios de
gimnasia sobre el que tendría que ser su suelo
según este razonamiento, experimenta sensaciones
idénticas a las que tendría apoyado sobre el
suelo terrestre. |
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Aunque los
retos de ingeniería para crear una nave en rotación son
comparativamente modestos a cualquier otra propuesta (se
ha planteado conseguir el mismo objetivo
aplicando a la nave una aceleración lineal constante en
línea recta, y también aplicando un campo
magnético muy intenso), la posibilidad real de
crear en el interior de una nave un ambiente semejante
está todavía muy lejana. |
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De momento, la única misión espacial
realizada en
la que se produjo gravedad de este modo
fue la
misión Gemini 11 en 1966, en donde se
generó una cantidad de
gravedad artificial muy pequeña (sobre 0,00015 g),
encendiendo sus propulsores laterales.
Obviamente, este valor de g es demasiado
pequeño para ser sentido por ningún astronauta,
pero sí se observaron otros objetos moviéndose en el
"suelo" de la cápsula. Posteriormente se han
planteado, pero no ejecutado, bastantes
propuestas que han incorporado la gravedad
artificial en sus diseños.
La imagen
adjunta es la recreación de una nave de estas
características rotando en Marte.
Diseño de la NASA en 1989. |
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