APLICACIONES III. Tubo de rayos catódicos


 

El tubo de rayos catódicos es un dispositivo de visualización que inventó Crookes (1832-1919) en 1875. Se ha venido empleando en monitores, televisores y osciloscopios, aunque en la actualidad se está sustituyendo paulatinamente por las nuevas tecnologías de proyección de imágenes (plasma, LCD, LED). 

 

El descubrimiento de los rayos catódicos se produjo durante 1858 y 1859 por Plücker (1801-1868), que llamó así a rayos que emanaban de una lámpara de vacío. Posteriormente, en 1897, Thomson (1856-1940) determinó la relación entre la carga y la masa de los rayos catódicos, midiendo cuánto se desvían por un campo eléctrico y la cantidad de energía que llevan. Como se explica en el tema dedicado a la Estructura atómica, Thomson dedujo el carácter corpuscular de los rayos y su naturaleza eléctrica negativa. Además obtuvo la relación entre su carga y su masa. Esta relación mostraba que las partículas que componían los rayos catódicos tenían que ser muy livianas. Poco después, se les dio el nombre de electrones, y en 1913 Millikan (1868-1953) obtuvo por separado el valor de su carga eléctrica y de su masa con el experimento de la gota de aceite.

 

 

A la izquierda se muestra un esquema de un tubo de rayos catódicos. Mediante emisión termoiónica una placa metálica caliente o cátodo emite electrones, que son acelerados por el campo eléctrico existente entre esa placa o cátodo (de carga negativa) y otra placa o ánodo (de carga positiva). El conjunto conforma un cañón de electrones y se obtiene un haz fino después de que éstos pasan por una ranura del ánodo. A partir de ahí los electrones entran en el tubo propiamente dicho y se les aplica, mediante sendos condensadores, un campo eléctrico vertical y otro campo eléctrico horizontal. Finalmente, el haz de electrones incide sobre una pantalla fluorescente, donde produce un destello de una intensidad que depende de la del propio haz.

 

Cada uno de los campos eléctricos aplicados, por ser perpendicular a la velocidad inicial de los electrones, produce una desviación del haz. Variando la intensidad de estos campos adecuadamente se puede conseguir la desviación que se desee, tanto vertical como horizontal. De este modo, se consigue que el haz pueda incidir a lo largo de la pantalla y proporcione a la misma puntos de intensidad luminosa variable.

 

 

En el caso de un osciloscopio, la intensidad del haz se mantiene constante, y la imagen dibujada reproduce el camino que recorre el haz. Normalmente, la desviación horizontal se hace proporcional al tiempo, y la desviación vertical es proporcional a la señal. Modificando esta señal vertical, se puede visualizar la evolución en el tiempo de funciones diversas. Modificando ambas señales, se pueden visualizar composiciones de señales o de movimientos perpendiculares, para obtener, por ejemplo, las figuras de Lissajous, resultado de la composición de dos movimientos oscilatorios.

 
 

En el caso de un monitor de televisión o en el de un ordenador, el haz electrónico barre toda la pantalla durante una fracción muy breve de tiempo, produciendo la sensación visual de una imagen.