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EXPECTATIVAS
GENERADAS A RAÍZ DE LA DETECCIÓN DE LAS ONDAS GRAVITACIONALES |
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Hasta la
década de 1930, las ondas electromagnéticas de frecuencia óptica
(luz visible) constituyeron la única ventana posible para observar
el Cosmos. La exploración del Universo adquirió entonces un
impulso espectacular con la llegada de la radioastronomía, que
facilitó la apertura de las ventanas infrarroja, de rayos X y
ultravioleta, y trajo consigo importantes avances, al permitir el
acceso a una parte de fenómenos del Universo que hasta entonces
resultaban invisibles. Cada forma de radiación electromagnética
ofreció una perspectiva nueva del Universo generando
conocimientos de gran relevancia.
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En el momento
presente se espera una aportación semejante de la
observación y la medición directa de ondas gravitacionales, ya
que dichas ondas
son de una clase
diferente a las ondas electromagnéticas y, por ello, se
considera
que ofrecerán una imagen nueva del Cosmos. Así se
espera, por ejemplo, desvelar la fracción hasta ahora inobservada del
Universo constituida por la denominada materia oscura (una
fracción nada desdeñable del 96%), hacer posible posible la observación de agujeros negros, y,
también, aportar nuevos detalles al estudio del eco de la Gran
Explosión. |
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Kip
Thorne (en rueda de prensa celebrada en
2016) |
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Estas grandes expectativas parecen haberse
abierto definitivamente con el éxito recién obtenido del
proyecto LIGO,
el instrumento óptico de precisión más grande del mundo,
que comenzó en 1984 de la mano de Kip Thorne, titular de
la cátedra Feynman del Instituto Tecnológico de
California (Caltech), y de Reiner Weiss, catedrático de
física en el Instituto Tecnológico de Massachusetts
(MIT). LIGO consta de dos detectores separados por 3000km
(uno en Luisiana y otro en el estado de Washington) compuestos,
cada uno de ellos, por dos haces de luz láser, cuya
longitud exacta de 4 km se ve modificada por una
onda gravitacional. El instrumento es capaz de detectar
una variación equivalente a la diezmilésima parte del
diámetro de un núcleo atómico, lo que supone la medida
más precisa hecha nunca por un instrumento científico.
“Hemos
visto una tormenta en la que se podría viajar en el
tiempo”
(Entrevista a Kip Thorne) |
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El experimento
LIGO, para la detección de ondas gravitacionales, realiza
simulaciones con superordenadores que reproducen, aplicando las
leyes de la relatividad, todos los fenómenos que podrían
producir dichas ondas: parejas de estrellas de neutrones,
supernovas, agujeros negros, etc. Estas simulaciones se comparan
con frecuencia de la señal real que capta el LIGO y así se sabe
cuál es la fuente de las ondas. |
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Las ondas gravitacionales se detectaron en
septiembre de 2015 y los resultados se han dado
a conocer en febrero de 2016. Se produjeron por
la fusión de dos agujeros negros, de 36 y 29
masas solares, en uno sólo de 62 masas solares.
La diferencia (3 masas solares) se
convirtió en una oleada de energía y se calcula
que entre perturbaciones gravitatorias (como las
ondas gravitatorias detectadas) y radiación
electromagnética, el violento proceso desprendió
tanta energía como emite nuestro Sol en 15
billones de años. |
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Descubierta la primera señal de
ondas gravitacionales
(El pais, 11/02/2016) |
Observation of Gravitational Waves
from a Binary Black Hole Merger
(Physical
Review Letters, 2016) |
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En un futuro
próximo se espera que satélites de tercera generación se lancen
al espacio para explorar con mayor detalle las ondas
gravitacionales. En este sentido, destaca el proyecto espacial
NGO (New Gravitational wave Observatory, antes llamado LISA,
Laser Interferometer Space Antenna), que la Agencia Espacial
Europea (ESA) está considerando con el fin de construir un
observatorio espacial dedicado a las ondas gravitacionales que
podría estar operativo más allá del año 2020. En uno de sus
diseños preliminares, el NGO prevé utilizar tres naves
espaciales idénticas, ubicadas en los vértices de un triángulo
equilátero de cinco millones de kilómetros de lado. |
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El
centro de dicho triángulo trazará una órbita
heliocéntrica en el plano de la eclíptica a una
distancia del Sol de una unidad astronómica y 20º por
detrás de la órbita terrestre. Esta separación angular
con la Tierra es suficientemente grande para que el
campo gravitatorio del sistema Tierra-Luna no interfiera
en los experimentos y suficientemente pequeña para
garantizar una buena comunicación entre la estación espacial
y la Tierra. |
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Las tres
naves transportarán sistemas ópticos emisores y
detectores que les permitirán rastrearse entre sí y
que actuarán conjuntamente para medir las ondas
gravitaciones que pasen cerca. Cuando las ondas
gravitacionales atraviesen la región del espacio en que
se encuentren las naves, sus distancias relativas
deberán modificarse por una perturbación
espacio-temporal, de la que darán cuenta los
instrumentos (medirán pequeñas variaciones de fase de
los haces láser que las conectan).
Científicos de Barcelona y Baleares participarán en
rediseño del observatorio espacial LISA
(Elmundo.es, EFE, 18/05/2011) |
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Finalmente
mencionamos otro tipo experimento de candente actualidad, en el
que se está buscando (de momento sin éxito), la posible
observación de las huellas que debieron dejar en la radiación de
fondo las ondas gravitacionales generadas en los primeros
instantes de la formación del Universo. Los detalles se pueden
consultar en
éste apartado del tema dedicado específicamente al estudio de
campo gravitatorio. |
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